Y entre lo inimaginable y lo
infinito están las estrellas, esas que nos alumbran el camino a casa. De todo
el firmamento esa pequeña, pequeñísima estrella que brilla tanto, esa de ahí
¿la ves? Esa eres tú. Eres exactamente como ella. Quieta, tranquila, serena,
nunca te alteras. Sueñas, viajas pero todo con un sigilo impresionante. Vas
pasito a pasito, despacio. Te encantaría ir a tres mil por hora, arrasando con
todo, transformándote por completo. Pero tú eres una princesa y las princesas
que llevan tacones no corren. Mira, ahí va una estrella fugaz. Corre, pide un
deseo.
‘’Deseo, deseo que aparezca un
apuesto príncipe y que me lleve lejos, muy muy lejos.’’
Lo que no sabes es que tu deseo
ya se ha cumplido. Al igual que esa pequeña estrella que tanto brilla, tú
también brillas. Más de lo que tú piensas. Esa ligera estela que dejas cuando
te mueves, esas tímidas sonrisas que enamoran, esos ojos verdes que no dejan
indiferente. Todos esos pequeños detalles hacen que brilles con mucha fuerza.
Y, entonces, te das la vuelta y aparece ese príncipe vestido con camiseta ancha
y el pelo despeinado. El principio de la historia de amor ha comenzado. Ahora tan sólo
queda que mantengas tu encanto intacto, que lo enamores de esa manera que sólo
tú sabes, que los besos sean infinitos y llenos de amor. Ahora es el momento de
dejar a los protagonistas solos y que brillen, que brillen como hacen cada una
de las estrellas del firmamento.
''Todos somos polvo de estrellas.''
(Esto tan sólo son palabras sueltas, quizá sin sentido pero que quería compartir con vosotros. Necesito una dosis de inspiración. ¡Y que sea rápido, por favor!)
*Laura.