28.3.12

Las teorías de Sam.


Su sonrisa iluminó el alba.
Estaban todos en la playa: Héctor, Raquel, Oriol, Lucas, Paula y Sam. Eran las 6 y media de la mañana y habían estado allí toda la noche. Habían encendido una hoguera, habían cantado las canciones más chorras del mundo y habían bailado hasta que sus pies no respondieron más. Típica noche de playa de unos adolescentes cualquieras aprovechando los últimos rayos de sol del infinito Agosto. Todos estuvieron de acuerdo con Sam, la que propuso la idea, pero, al fin y al cabo, lo hacían sólo por ella: quería ver un amanecer en compañía de los que la querían. Al amanecer, Paula y Oriol estaban dormidos en las pocas toallas que habían traído; Raquel, Héctor y Lucas disfrutaban de las cálidas olas que los arrastraban hasta la orilla. Sam se sentó junto a la hoguera ya apagada y contempló a sus amigos divertirse con las olas. Se le escapó una sonrisa. Entonces Lucas se giró; sonrió él también. Quedaban cinco minutos para que el sol saliera de su escondite y Sam quería tener a Lucas a su lado. Como si le hubiera leído el pensamiento, Lucas salió del agua y se aproximó con paso vacilante hacia ella. Estaba mojado y en cuanto Sam se despistó, él se abalanzó sobre ella.
-¡No, no, para! ¡Para de hacerme cosquillas! –intentó decir ella mientras se reía a carcajadas, como nunca había reído.
A pesar de que él la hubiera liberado ella seguía riendo. Se sentía feliz: por estar con él y por esa noche a la luz de la luna. Miró al frente y su expresión cambió radicalmente. El sol estaba saliendo. Respiró con dificultad por unos instantes: era el primer amanecer que veía sin su padre. El sol salió por completo. Su sonrisa iluminó el alba. Lucas se quedó fascinado: por el gran e impotente sol delante de él y por la enorme sonrisa de Sam.
-Es precioso, ¿no crees? –dijo Sam aún con esa sonrisa en su boca. No podía ocultar la emoción.
-Sí… Es impresionante, pero no sólo eso –señaló al impotente sol –sino la manera en la que sonríes.
-Ahora mismo soy feliz, ¿tú no?imposible era quitarle la sonrisa.
-Yo sí pero ¿por qué tiene que ser ahora mismo? ¿Por qué no puede ser para siempre? –Sam hizo ademán de contestarle pero Lucas la cortó –Sé que tu padre no está bien, que has suspendido 4, que Sandra ya no está. Sé que tú no estás bien. Y aún así sigues sonriendo. O una cosa o la otra Sam, no puedes estar siempre en el medio.
-Pero, ¿y si en el medio estoy bien? Además, la felicidad no es nunca completa. Siempre hay algo: una palabra, una persona, un hecho, cualquier cosa que no te hace sentirte completamente feliz del todo. Ahora mismo estoy feliz porque estoy aquí, contigo, con vosotros viendo el amanecer. Pero a la vez estoy triste porque Sandra no está aquí sino a miles de quilómetros, porque mi padre no está conmigo para ver este precioso amanecer. La felicidad es relativa: un día puedes estar bien, al segundo también pero si al tercer día estás mal, la felicidad de los dos días anteriores te compensa. Es como una balanza; la única diferencia es que hay más de un lado que de otro. Y, ¿puedes adivinar de qué lado hay más no?  
-Sí… -ella no pudo evitar sonreír aunque en seguida se puso seria –me gustan tus teorías Sam. –volvió a sonreír.
-No son teorías, tan sólo son recortes de mi vida.
-Y tú estás intentando aplicar esos ‘’recortes de tu vida’’ a la mía, ¿no es así? –dijo con mirada picarona.
-Lo único que estoy intentando es que me entiendas y que no cometas mis errores; no se los desearía a nadie –su melancólica voz llenaba el ambiente.
-Tranquila, mientras estés conmigo y me sigas explicando tus teorías, estaré a salvo. –Se percató de su error y vio la cara de enfado de Sam –Vale, vale. Los ‘’recortes de tu vida’’.
-Eso está mejor –seguía sonriendo, como no.
Estuvieron un buen rato más hablando de esto y de lo otro pero en la mente de Lucas no paraban de resonar las palabras de Sam: ‘’La felicidad es como una balanza; la única diferencia es que hay más de un lado que de otro.’’ Siguieron hablando más y más y más hasta que el cansancio se apoderó de los dos. Se durmieron el uno junto al otro hasta que se despertaron y la felicidad de volverse a mirar a los ojos sonriendo les invadió por completo. En ese mismo momento los dos lo entendieron: cada amanecer es la promesa de nuevas sonrisas.
Sí, es largirucho pero creo que vale la pena leerlo.
*Laura.

22.3.12

Carta número 118:


Hoy me has sonreído y no he sentido el suelo bajo mis pies. Me has sonreído y he sentido tanta felicidad que creo que hasta he sonreído yo también. Hoy es martes, 13. No sé porque la gente dice que ese día da mala suerte. Para mí es todo lo contrario. Estaba leyendo una redacción, esa en la que tú has puesto que el príncipe siempre besaba a la princesa y que acaban felices y comían perdices. Pues bien, yo en vez de poner que acaban felices y todo ese rollo patatero he puesto que no, que todo acaba fatal de los fatales, que la princesa acababa sola y el príncipe buscandose a otra princesa porque, en la vida real, suele pasar eso; casi nadie acaba conforme con lo que tiene y pasa a lo siguiente. Y tú, como con cada tontería que se dice en clase has sonreído como un tonto. Pero yo no lo decía en broma: era una indirecta para que vieras que Marta, la de las trencitas, no te conviene. Es demasiado infantil, nisiquiera va a la misma clase que tú y, encima, siempre va robando los bocadillos de los demás. ¡No es justo! Yo te quiero más que ella. Además el otro día le dio un abrazo muy pero que muy largo a Víctor, el que tiene cabeza de bolo. ¡No es nada justo! En fin. Hoy a mí me has sonreído y a ella no. Sé que mi historia algún día se cumplirá, que pasarás de estar con niñitas a estar conmigo, la que te escribe cada día sin falta aunque no lo sepas, la que te mira en clase incluso cuando miras hacia otra parte aunque tú no lo sepas. Y también sé que parte de tu historia se cumplirá conmigo porque creo que así lo ha decidido el destino, no hay más. Hoy me has sonreído y he empezado a pensar en un ‘’nosotros’’ en vez de un ‘’tú y yo’’. Creo que me estoy enamorando de verdad.


Natalia, la que escribe cartas sin parar, la que a veces por las noches llora por él, la que es más madura para la edad que tiene, está empezando a experimentar los pros y los contras del primer amor. Natalia, aunque no lo sepa, le quedan 82 cartas para escribir la definitiva, la que irá con remitente y destinatario, la que le enviará a él.
Natalia no lo sabe pero Marc, el chico al que le escribe todas las cartas, hoy, martes 13, se ha quedado hipnotizado con su sonrisa, la más bonita que ha visto nunca. 

*Laura.

17.3.12

Una visión del mundo totalmente diferente a la de los demás se mezcla con muchas otras normales y senzillas. Pero sólo ella es quien, de verdad, tiene la adecuada, la positiva. Muchos intentan pensar como ella, sentir como ella. Pero pocos llegan a esa visión del mundo en la que en cada situación hay un lado bonito y senzillo. Y muy pocos llegan a descifrar el significado de esa sonrisa que esconde tanto y deja a la vista tan poco. Porque ella piensa de otra manera, ella es diferente. 

Un poquito de polvo de hadas mezclado con una buena sonrisa era lo que ella necesitaba. 
*Laura.

10.3.12

Perdida e insegura me encontraste.


Dos prefectos desconocidos. Dos personas sin cara, sin nombre, sin vida, andan sueltas por la vida sin rumbo alguno. Sin una meta, sin alguien al final del camino. Solos él y ella; tú y yo. Una simple calle, unos simples pasos les alejan el uno del otro. Han estado esperándose toda la vida y, ahora, se encuentran. ¿Dónde estabas? –susurraban los ojos de ella. ¿Por qué no te he encontrado antes? –musitaba para sí mismo con la respiración entrecortada. Unas pisadas más y se encontrarían a diez centímetros de sus caras. Mirando hacia otro lugar, uno dónde no brillaba el sol, ella lanzaba indirectas desesperantes a alguien que la escuchara para que parara el tiempo, para que le afirmara que no era un sueño sino la realidad. Él era alto, medio rubio medio castaño, ojos verde esperanza y labios perfectos. Él tiene en sus ojos la esperanza que a mí me falta –pensó ella. Sonrisa… de momento no se la había visto pero estaba segura de que sería preciosa. El tiempo parecía detenerse cuando sus cuerpos se juntaron y se separaron para siempre. Fueron dos segundos dónde se contaron lo que nunca se dirían, dónde rieron los chistes jamás contados, dónde lloraron las llamadas que nunca llegaron. Al tercer segundo ya no quedaba ni rastro del huracán que sus mentes habían experimentado hace tan sólo una milésima de segundo. Cabezas bajas y mejillas sonrosadas pintaban el aroma de esa simple calle. Él giró la cabeza y con la mirada la encontró. Seguía ahí, quieta, inmóvil, incapaz de articular palabra. Una ráfaga de aire hizo que su larga melena bailara al compás de su corazón y él, en la penumbra de su soledad, sonrió. Metros que se convirtieron en quilómetros los separaban ahora pero los dos quedaron guardados en los corazones del otro, poniendo así fin a una historia que ni siquiera había empezado. Unas simples notas de una canción antigua reflejan el impacto de hace unos minutos. ‘’Perdida e insegura me encontraste…’’ Ella quería empezar algo con él, sólo con él. Y él igual. Pero como bien saben son perfectos desconocidos que gracias a eso tan injusto que llamamos destino ha decidido que se quedarán así, como un simple momento, un gran tornado arrasado con todo. Sólo ellos juntos tienen la fuerza necesaria como para cambiarlo todo, para llegar a ser quien quieran ser. Cabizbaja y con el pelo rozándole la cara a causa del viento, volvió a casa con los ojos verdes esperanza grabados a fuego en su memoria. Ella tan sólo quiere enamorarse, sentir un terremoto bajo sus pies cada vez que él la mire, reír por cualquier tontería. Sólo quiere oír un ‘’te quiero’’ verdadero, de esos que se dicen con el corazón. Ella; yo.


Envíame una carta de amor, haz que me sonroje, llévame a algún lugar dónde las puertas estén abiertas. Pero primero de todo, encuéntrame. 
*Laura.

2.3.12

Promesa de vida eterna.


Soy fan de ti. De ti y de tu forma de hablar, de cómo pones esas voces tan extrañas que me hacen reír. Fan de tus mil y una caras, de tus gestos al hablar, de cuando te ríes con la boca abierta. Pero sobretodo soy fan de tu sonrisa. Me invade una felicidad tan extrema cuando sonríes, que no me queda otro remedio que sonreír yo también. Soy fan de ti y lo seré siempre. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, seré tu fan número uno. Eres una de esas personas que cuando llegan a tu vida sabes inmediatamente que  serán especiales, serán una de las 4 perlas de tu vida. Tú eres la primera y seguro que serás la más especial. Tu sonrisa es la primera de mi colección, tenlo por seguro. Incluso cuando tenga mil años, tú y tu sonrisa, sin duda, habréis sido esenciales en mi vida. Yo, tan sólo quiero que esto dure para siempre, sin interferencias de por medio, sin fecha de caducidad. Tampoco quiero que esto tenga que tener un contrato por obligación ni una amistad basada en la falsedad. Sólo quiero que sea así, simple, sencillo, bonito. Con un toque mágico de locura y muchas, muchísimas gotitas de amor. Tú, loca irremediable, me buscas con la mirada y me encuentras. Yo, loca y temblorosa, te sigo sin mirar adónde piso. Sé que me guiarás, que no dejarás que me caiga, que me avisarás cuando el cielo se pinte de negro, que me dirás ‘’te lo dije’’ y que yo, tonta y avergonzada, te daré la razón. Porque será así, ahora y siempre. Hace muchos años hicimos una promesa, una que juramos uniendo nuestros pequeños meñiques. De momento se está cumpliendo. Y sí, quiero quitar ese de momento porque sé que se va a cumplir. Hace poco hicimos otra promesa, más madura, más real. Sólo era una excusa para que no te olvidaras de que dentro de 10 años tenemos que seguir igual que ahora. Yo, poniéndote nerviosa cada dos por tres, y tú, emocionándote al final de cada evento. Sé que esto no nos pega, que lo nuestro es hablar por hablar y sentir las cosas en su momento. Pero recuerda: esto es una promesa de vida eterna. Porque cuando sea mayor nunca olvidaré esos viernes por la tarde tan locos y fantásticos, ni olvidaré las veces que he llorado de la risa por tu culpa. Esto es muy grande y siento que, por primera vez, pertenezco a algo gracias a ti. Sigo siendo fan de ti y creo que cada día me das más motivos para seguir siéndolo, para creer en ti. 


Tú y yo el equipo perfecto. Tú y yo, únicas e irrepetibles. Tú y yo. Solamente tú y yo.
*Laura.