14.4.14

I'm bleeding out for you.

La primavera ha llegado con el sonido de su voz, su dulce y calmada voz. Es como una melodía desconocida que poco a poco va cobrando sentido y se convierte en el himno de la primavera. Es como mi melodía favorita, acariciándome el alma, haciéndola sonreír, poniendo en marcha cada pieza de mi corazón para que bombee a su ritmo. Su voz, marcando el compás de mis latidos, ha echado fuera de un empujón a todos los fantasmas que habitan en mí cada noche, los ha destruido por completo, no hay ni rastro; sólo queda el eco de su voz retumbando en mi mente y en mi corazón.

La primavera ha llegado con su suave risa y la manera tan delicada que tiene de sonreír. Su risa breve ha hecho que quiera pasarme el resto de mis días contando chistes malos para alargar ese sonido y que nunca, nunca se apague. Tampoco me importaría pasar el resto de mis días viendo cómo se dibuja una sonrisa en su rostro, una y otra vez. La lentitud y la delicadeza con la que ha sonreído, ha hecho que me quiera morir. Morir por ver siempre cómo se forman esas pequeñas arrugas en sus mejillas, por ver cómo se mueven esos labios. Me quería morir y, sin darme cuenta, me estaba desangrando por él. Estaba llegando al punto en el que dejaba de ser yo para dedicarme en cuerpo y alma a él y sólo él. Su elegancia al sonreír me había atrapado y cuando me di cuenta de que me estaba desangrando poco a poco por él, supe que no había vuelta atrás.

La primavera ha llegado cuando él caminaba pausadamente hacia la puerta de salida y yo no sentía ni pizca de nostalgia, al contrario: tenía esperanza. Su caminar lento y meticuloso ha hecho que pueda retenerlo más tiempo, ha hecho que no sea arena entre los dedos sino piedras preciosas que debo sostener con firmeza. Ahora sé lo mucho que cambia observar los pequeños movimientos de una persona de lejos que de cerca. No hay nada como ver esos pequeños detalles de cerca. Siento que poco a poco nos unimos más, estamos a la misma altura, nuestros ojos pueden chocar sin que ocurran terremotos. Porque, la verdad ha sido que mi corazón no latía a punto de desbordarse cuando mis labios le hablaban sólo a él. Sorprendente pero cierto. La primavera ha ralentizado y moderado mi corazón. 

La primavera ha llegado cuando sus ojos han chocado con los míos y las flores han sonreído y los pájaros han cantado y los árboles han florecido sólo para ver como nuestras miradas se unían lentamente y nuestras almas danzaban hacia la primavera, el lugar más bonito de todos.


''Searching to find myself but all I find is you.''

Os pido mil veces perdón. Nunca cumplo la promesa de quedarme permanentemente aquí pero es que a veces me es imposible. Pero que quede claro una cosa: soy la misma de siempre y nunca, nunca voy a dejar de escribir. Siempre lo estoy haciendo, el problema es que no encuentro el momento de compartirlo aquí. Hasta hoy. Hoy he sentido la necesidad de sentirme arropada por las letras de mi hogar así que aquí estoy, dispuesta a quedarme durante unos dias. 

*Laura

31.12.13

¡Adiós 2013, te voy a echar de menos!

Y, otra vez, vuelvo a estar aquí, en la misma silla que cada año, con estas gafas que tan poco me gustan y con mis dedos ansiosos por escribir. Quiera o no siempre voy a estar aquí al final del año, con mi banda sonora sonando de fondo y echando la vista atrás con nostalgia. Todos esos recuerdos me invaden, me atrapan, me piden que no los abandone pero también me piden que los recuerde con alegría.
Ahora es cuando leo mis propósitos y mis deseos para este año que ya se nos va y siento un remolino de sensaciones. Siento un poco de decepción conmigo misma por no haber cumplido todos mis propósitos pero también siento felicidad por haber deseado que sea un buen año y que se haya cumplido.
Está claro que todo, todo lo que ha habido en 2013 no han sido alegrías ni sonrisas por todas partes. También he tenido mis momentos malos, mis noches escribiendo a oscuras, mis canciones tristes. Pero sé que siempre, después de todo eso, ha habido una sonrisa con unas palabras bonitas y alguna que otra canción alegre.
Cómo leí una vez, la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado. Sé que siempre ganan los buenos recuerdos así que sí, se puede decir que he tenido un buen año.
La música sigue sonando y los recuerdos se van colando en mi mente para que me una a ellos una última vez.
Aparece una casi morena con rizos riéndose a más no poder. Sé que me cree cuando le digo que realmente soy yo cuando estoy con ella, cuando le digo que no me abriría tanto como con ella, cuando le digo que todas nuestras tonterías no las haría con nadie más. Sé que me cree cuando le digo que es la mejor amiga que se puede tener. Y sé que jamás dejaré de ser feliz los viernes por la tarde, casi todas las clases y todos los ratos que paso con ella.
Y nosotras seguimos riéndonos, nos metemos de lleno en nuestro mundo y aparece Roco. El día 18 ya no es un día cualquiera ni tampoco lo son los colores rojo y verde. Eso lo demuestra la pulsera que ambas llevamos en nuestras manos. Si me pusiera a contar todas las tonterías y todas las conversaciones y todas las miradas y todas las risas que ellos han causado, juro que no acabaría nunca. Ha habido veces que hemos tenido depresiroco, hemos escuchado música triste, hemos prometido que esa sería la última, que lo dejábamos para siempre y, cómo no, hemos roto esa promesa. Me alegro muchísimo de que así sea porque, aunque no sea real, es nuestra felicidad Laura, y eso es lo que más importa.
Y hablando de la felicidad que no es real… aquí aparece este perfecto desconocido que, ¡maldita sea! siempre tiene que aparecer. Él porque tenía un no-sé-qué que me encantaba. Él porque era un buen comienzo. Él porque parecía inseguro. Él porque no lo era y me desconcertaba. Él porque no me hablaba y, cuando lo hacía, parecía tonto. Él porque aparecía en el pasillo menos esperado silbando y sonriendo él solo. Él porque era imposible olvidarlo. Él porque volvió. Él porque no ha cambiado. Él porque no lo conozco. Él porque hace que escriba las letras más bonitas. Él porque solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererle.
625 km que separan nuestros cuerpos pero no nuestros corazones y que un día conseguimos derribarlos. El 22 de junio lo recuerdo con un sonrisa que no se borra y una abrazo que rompe barreras. La sensación de dejarlo todo atrás y correr hacia la persona que te entiende y te ayuda por muy lejos que esté es indescriptible. Pasamos una tarde estupenda caminando por las ramblas con sus amigas, contándonos anécdotas y haciéndonos fotos. Ojalá pudiera volver a esa tarde pero sé que, algún día, esa tarde se volverá a repetir y será muchísimo mejor.
Luego aparece Laia los martes y los jueves y no puedo evitar echarlo de menos ya que ahora nos debemos conformar con vernos algunos sábados. Nunca olvidaré lo buenas que eran esas clases a su lado, ni las risas, ni las bipolaridades, ni los abrazos, ni las fotos, ni las promesas. Adoro las tardes de verano en su piscina y las carreras para no perder el bus y la manera en la que odia a mi anillo y las fotos que tenemos en el mismo sitio.
Y, seguidamente, aparece Mireia sentada a mi lado en las clases de 3º. Cómo olvidar las veces que me llamaba ‘topo’, las veces que me consolaba por notas, sus locas ideas con Jake, los trabajos en los que lo bordábamos, haciendo tortilla, nuestros remixes… ¡Cómo olvidarlo! Aunque diga que no sabe cómo consolar, yo le digo que sí que sabe y mucho. No sé qué hubiera sido de mí durante las clases de 3º sin ella y sin los profes mandándonos a callar.
Y, por fin, hubo un día en el que estas dos chicas se conocieron. Tienen muchas cosas en común y, aunque a veces una hable mucho por el grupo que tenemos y la otra se vaya, se tienen aprecio (en el fondo, ¿a que sí?).
Más adelante aparece una Laura que se cae por la calle y que a las 2 de la mañana aún no tiene sueño. Las locuras que hemos llegado a hacer las 3 Lauras son, simplemente, indescriptibles. Nos gustó que se abriera con nosotras para contarnos sus más pequeños detalles y nos dio la confianza suficiente para contarle los nuestros a ella. Puede que a veces no pare de hablar de sus amores ficticios pero, en el fondo, nos hace reír con sus ideas de bombero. Somos Lauras, somos iguales.
Y, por fin, llegamos al 16 de marzo. Ojalá ese día no hubiera acabado nunca. Una camiseta con su cara y muchos, muchos nervios eran lo que llevamos al Palau Sant Jordi. Las sonrisas se podían ver a kilómetros, su música sonaba en todas partes y no podíamos haber ido con beliebers mejores. Una vez lo vi después de que el contador marcara 00:00:00 juro que me volví a enamorar de él. Canté ‘be alright’ y ‘fall’ con todo mi corazón y le prometí que jamás dejaría de creer. Fue el mejor concierto de mi vida.
Miro más cerca y me encuentro con miles de conversaciones en inglés con Sarah, mi compañera de intercambio. No podrían haberme escogido compañera mejor: siempre pensábamos lo mismo, siempre teníamos unas risas a punto de estallar, siempre teníamos unas palabras bonitas los martes de despedida. Fueron dos semanas con ella que no se me está permitido olvidar y que jamás querría hacerlo.
La música cambia repentinamente y siento que las personas y los momentos más importantes han aparecido tal y como quería y me dejan un sabor a felicidad. Ahora aparecen fugazmente pequeños momentos que, ni mucho menos, son menos importantes. Como siempre digo, mi gran felicidad está formada por felicidades chiquititas.
28 de enero y mi pequeña ahijada pelirroja nace. Sé que voy a quererla incondicionalmente. 6 de abril y la prima más valiente cumple 1 año. Todos los fines de semana en los que Andrea se ha quedado a dormir, todas las pequeñas visitas en las que nos volvíamos locas. Las mudanzas de los yayos, la tortilla de patata de la yaya y los consejos del avi. La semana de verano con mi padrinet y nuestras charlas. Los sábados en los que se madruga o los domingos en los que se come tarde sólo por ver a Iván jugar a futbol. El trabajo tan esperado después de dos años de esfuerzo de mi mama. Los trucos de magia de mi papa. Los primeros días de instituto en los que me rompo un dedo de la mano izquierda. La semana en la UNI con gente nueva estupenda. Carnaval disfrazada de Taylor, una chica que debería ser un chico y una noche de Lauras. Pelos rubios, morenos, castaños y, otra vez, rubios. Cartas los martes o cualquier día de la semana con fotos antiguas. Descubrir que el pelo rizado también me queda bien. Hacer tortilla y no ir al inglés por culpa de Laia y Mireia. Calzone el día de la primavera. Sant Jordi, un poeta y una firma de nuestro escritor favorito. ¿Te crees…? Tardes estudiando las pruebas Cangur. Nuestra pulsera y Roco. Primer picnic beyoncetico. Cameron e Ian. Las pelis que se ven los fines de semana en los que no hay que estudiar. Los libros que se leen cada noche aunque tenga que estudiar. Las canciones (nuevas y viejas) que se escuchan a todas horas. Promesas bajo el ‘compro oro’. La despedida al mejor profe de alemán del mundo. Caracoles en la semana del crédito de síntesis. Esquinas maléficas en las que te puedes encontrar a cualquiera. En San Juan somos brandoms chicas. 2 de julio y por fin, ¡¡tengo móvil!! Fin de semana en una casa perdida con unas personitas adorables. Pelis de verano y otra party hard de Lauras. Todo el verano me suena a canciones de Glee. Más picnics. Tardes seguidas en la piscina. ‘Bajo la misma estrella’ ha sido el libro del año. I’m fifteen. El día entero en Cadaqués con sus aguas cristalinas y sus paisajes hermosos. El coche que se estropea el día de antes de ir al pueblo. Tardes en Barcelona. Fracaso en la feria. Empezar 4º con Laura a mi lado. Encuentros los lunes, y los jueves son días marrones. Miércoles por la tarde en teatro. Los dieces en latín. La china de nuestra clase y el intelectual que tiene intuiciones. Volar por primera vez. Viajar a Alemania. Enamorarme de Haigerloch. Viajes en bus mientras suenan mil canciones con la chupipandy. Pasar una semana estupenda. Últimos días de cole que son buenos (aunque nunca pase nada). Navidades en familia y llenas de amor.
Todas y cada una de esas cosas son las que me hacen ser hoy quien soy, son las cosas que han pasado en un gran año y que, ni por un segundo, tengo pensado olvidar. Por eso lo plasmo aquí, en el papel, por sé que mis sentimientos son verdaderos y que la única forma de darles vida son aquí.
La música ha acabado, los recuerdos han cesado y, me atrevo a decir que, mi mejor año ha pasado delante de mí recordándome que jamás lo olvide. (Nunca lo haré, lo prometo).
Sé que voy a recordar estos momentos toda mi vida así que he decidido hacerlos bien. Estoy escribiendo la historia de mi vida y, de momento, me gusta mucho lo que llevo escrito.

2014, tan sólo espero que seas igual o mejor que este 2013.

(último atardecer del año)

Recordando y recordando me salen textos tan largos como este. Ha merecido la pena volver aquí para fin de año. Siempre siento que mis recuerdos van a estar a salvo aquí.
Espero que todo el mundo tenga una buena noche vieja y un muy feliz 2014. 
¡Vamos a por él!
*Laura.