30.12.12

Dos (grandes) años.


 Sentada en la misma silla chirriante de hace dos años, intento imaginar el futuro que nos depara. Sé que no será igual a cómo yo me lo imagino pero espero que se acerque. Puedo oler un futuro lleno de magia, de amor, de esperanza. Un futuro que me hará más feliz, un futuro lleno de cambios maravillosos. También me llega el olor del perfume que he llevado estos dos últimos años y no puedo evitar acercarme a él. Es como si ese olor contuviera demasiadas sonrisas como para pasar desapercibido. Pero que no, que no tengo suficiente con lo que he vivido. Quiero más. Lo anterior me sabe a poco.
 Con la banda sonora de estos dos últimos años de fondo puedo recordar (y tocar) todo lo vivido anteriormente.
 Mi querido Diciembre es el primero en aparecer. Dejémosle aparecer el primero y así, después, su sabor agridulce no será tan amargo. Sonrisas en mi rostro cada vez que el señorito Diciembre me llamaba. Y sonrisas más amplias al estar a su lado. Pero ¡oh! que tenemos aquí: una llamada de teléfono terminada con un hasta siempre. Sí, mi querido Diciembre, siempre te recordaré muy a pesar de las lágrimas que siguieron dos meses más tarde.
 Pero bueno, veo que llegan tres señoritas muy amables y no, no me ayudan a levantarme: se sientan conmigo y me hacen reír ¡vaya si me hacen reír! Aún así sigo pensando en mi casi morena que es la que más sonrisas me saca.
 Llega el verano y con él la libertad, la felicidad infinita, los amores enloquecidos. Son tan enloquecidos que no llegan ni siquiera a ser amor. A pesar de todo, mi mes menos favorito (Agosto) me hizo sonreír y se lo agradezco.
 Aparece un nuevo curso, un nuevo futuro y acaba destrozado a más no poder. Las tres señoritas de antes se separan, se pelean, se odian, se vuelven a querer y, finalmente, se dicen adiós. Mentiría si dijera que no me dio pena nuestro final pero es que la situación no daba más de sí. Todas cambiamos, unas para bien y otras para mal, así que nuestro final, al fin y al cabo, era más que esperado.
 Sé que aún me queda (y me quedará siempre) mi casi morena con una sonrisa de oreja a oreja. Las risas que provienen de todos los viernes por la tarde de 3 a 7 son risas de felicidad. Creo que las puedo oír y me uno a ellas. Todas las fotos, todas las canciones, los textos, las cartas, los libros, las pulseras, todo, son lo que más me ha gustado de estos dos años. Esa sonrisa y esos ojos marrones han estado ahí incondicionalmente, pasara lo que pasara. Y me alegro de que sea ella la única que siga aquí, conmigo.
 Los meses siguen y las personas van y vienen. Unos amores a través de la pantalla del ordenador y varios desconocidos son los que me sacan las sonrisas que huelen a amor. Pero que luego son decepciones y al corazón no le importa.
 625 km que separan nuestros cuerpos pero no nuestros corazones. Esta rubia más mayor que yo es la que me entiende a través de una pantalla. Sus comentarios y nuestras conversaciones son el motivo de mi sonrisa cuando estoy en esta silla chirriante. Sé que algún día la podré abrazar y podré decirle, al fin, que fue lo mejor que me ha pasado en meses.
 Luego están L y M, esas locas que no se conocen de nada pero que tienen tanto en común. Sangre catalana corre por sus venas y el inglés lo dominan a más no poder. Dos locas que me han sacado sonrisas con cosas tan simples como la palabra topo o los miércoles de verano en nuestras casas.
 También están mis pequeñas princesas y mi princesa mayor (mis primas). Ellas son las cosas más bonitas que existen. Las tardes con ellas o los largos findes de semana son lo mejor. Sus sonrisas inocentes transmiten una felicidad tan extrema que hacen que sonría yo también. Y qué decir de las comidas familiares. Las risas están aseguradas y verlos todos tan unidos (muy a pesar de todo) me hace feliz. Las tardes con mi tete que, a pesar de que me enfade con él, lo quiero mucho y quiero seguir riendome con él sobre cualquier tontería.
 6 de abril fue la fecha más esperada de todas. Fue la fecha en la que cumplí mi primer sueño, el más grande de todos: verle en concierto. Y así fue. Pero esto no se acabó ahí: ¡16 de marzo, voy a por ti! Aunque no tengamos el mejor sitio en el que verlo, sé que ahí vamos a estar bien, que vamos a cantar y gritar y bailar y cumplir nuestro sueño igualmente. Lo sé porque nos acompaña una belieber y una swiftie que, en pocos meses se ha ganado nuestra confianza y es igual que nosotras: mi (segunda) Laura. La quiero, nos comprende y se puede hablar con ella de todo.
 Los demás momentos de estos dos últimos años son cosas sueltas pero, ni mucho menos, menos importantes. Son cosas que no tienen ni pies de cabeza pero que están ahí, haciéndome sonreír cada vez que las recuerdo.
 19 de junio y un único CD: Believe. Ha crecido, nosotras con él, pero la esencia de su música sigue siendo la misma. Sus letras y su voz es la única capaz de tocarme la fibra sensible. 22 de octubre y las canciones escuchadas en 1 hora y media. All too well y Come back, be here ya forman parte de mi, están incrustadas en mi ser. Ed Sheeran es un pelirrojo muy guapo que con su dulce voz y sus románticas canciones enamora a cualquiera. Skins es una serie que, aunque no sea adecuada para nosotras (cuando hablo de nosotras hablo de mi casi morena y yo), la hemos visto igualmente hasta el final. La emoción de cada capítulo y las personalidades de cada personaje hacen de ella una serie especial. Los Juegos del Hambre es la mejor trilogía que existe. Con estos tres libros he reído, he llorado, me he emocionado y me he sentido parte de una rebelión. Todos y cada uno de los libros (que no son pocos) han hecho de mí la medio-escritora que soy hoy. Todos ellos me han enamorado y me han quitado el sueño y me han hecho ver cosas que nunca podría haber visto sola.
 Las películas, los textos en el blog, las canciones nuevas jamás escuchadas, las pequeñas frases que se dicen sin pensar pero que tienen un gran significado, los perfumes, las fotos en Narnia, los collares regalados, los CD’s, las clases divertidas en el instituto, las horas estudiando, los trabajos en grupo, las amistades fuera del instituto, las gomas prestadas, los mensajes, las llamadas, los pintauñas, las noches fuera de casa, las historias inventadas en mi cabeza, los abrazos a cualquier hora del día, las conversaciones de mesa a mesa (y eso que estamos lejos), las clases locas de Alemán, los terribles (y magníficos) miércoles por la mañana, los sábados en los que se madruga sólo para ver a Iván chutar la pelota, las tardes por Barcelona, los cumpleaños, las fechas con recuerdos incrustados, las personas que ves en sitios inimaginables de casualidad, los perfectos desconocidos que se tiñen el pelo y que su mirada me recuerda a la mía, todos los te quiero… Todas y cada una de esas (pequeñas) cosas son las que me hacen ser hoy quien soy, son las cosas que han pasado en dos años y que, ni por un segundo, tengo pensado olvidar. Por eso lo plasmo aquí, en el papel, por sé que mis sentimientos son verdaderos y que la única forma de darles vida son aquí.
 La música ha acabado, los recuerdos han cesado, mis dos mejores años han pasado delante de mí en un segundo y me siento orgullosa. No me arrepiento de nada, soy feliz teniendo los recuerdos que tengo.
 El olor embriagador del futuro me envuelve en sus brazos y sé que todavía quedan muchas sonrisas que coleccionar, miradas que enamorar, almas que tocar, palabras por pronunciar, por escribir, por pensar, canciones que escuchar, momentos que recordar, labios que besar, mejores amigas que abrazar, lágrimas que derramar, libros que comprar, que leer, que escribir, conciertos a los que asistir, voces que escuchar, que descubrir, que admirar, personas a las que pintar, lecciones que aprender, relatos que memorizar, veranos, inviernos, otoños y primaveras que vivir, errores que cometer, preguntas que formular, respuestas que dar. Quedan todavía muchas cosas por vivir.
 Estas experiencias vividas seguirán siempre en mí, pase el tiempo que pase, o sea, siempre.


Espero que tengáis un feliz año 2013 y espero que este año sea mejor para todos porque, la verdad, nos lo merecemos. Me alegra pasar otras Navidades con vosotros, bloggers. Gracias.

Adiós 2012, ¡nos veremos en mis recuerdos!
*Laura.

17.12.12

Querido Diciembre, sé que has vuelto.


 Y siempre apareces tú, con esa cálida sonrisa, para recordarme que estamos en diciembre. Es como si con tu fría mirada me quisieras advertir de que no olvidara, de que tú también lo recuerdas todo. No, si no hace falta. Sin tu ausencia puedo recordar perfectamente en qué mes estamos, puedo recordar todo lo que pasó y lo que podría haber pasado.
 Por mi parte, mi sonrisa no puede olvidar el porqué de su causa, que eras tú. Y por tu parte, sé que, esa mirada que ahora no expresa nada, en su día expresó felicidad.
 Que quizá lo nuestro fue un error, una casualidad sin sentido, un juego en el que ambos sabíamos que perderíamos. Pero, creo recordar vagamente, sonrisas en nuestros rostros, miradas sinceras, palabras verdaderas. Así que, de ninguna manera, fue algo para olvidar rápidamente. Eso lo tengo claro.
 Tú, que desde el principio ya me divertías con tus juegos, que con tus frases me enamorabas día a día, ahora tan sólo eres un alma perdida intentando buscar su lugar. Y yo, en cambio, que era un alma perdida y me dejaba guiar por tus frases bien preparadas frente al espejo, ahora soy alguien intentando que no se note mi corazón acelerado al encontrarme con esa sonrisa impregnada de recuerdos.
 Ya ves, me acuerdo de todo, a la perfección. Y sé que tú también lo recuerdas todo, que no puedes evitar voltearte al verme pasar.
 Siendo un error o no, no me arrepiento de escribirte, de recordarte, de querer mirar más allá de tu apariencia porque, al fin y al cabo, sigues siendo mi querido diciembre y eso, nadie, lo podrá cambiar. 


''I think that the worst part of it all wasn't losing him. 
It was losing me.''

Quedan todavía muchas sonrisas que coleccionar, miradas que enamorar, almas que tocar, palabras por pronunciar, canciones que escuchar, momentos que recordar, labios que besar, mejores amigas que abrazar, libros que comprar, que leer, que escribir, lecciones que aprender, veranos, inviernos, otoños y primaveras que vivir, errores que cometer, preguntas que formular, respuestas que dar. 
Quedan todavía muchas cosas por vivir y quiero vivirlas todas. 

*Laura.

5.12.12

'Drops of Jupiter in her hair.'



Copos de nieve bailaban sobre su cabeza. Copos de nieve iluminaban su sonrisa. Copos de nieve que la hipnotizaban, que la hacían volar lejos. La ciudad estaba pintada de blanco y sólo las luces artificiales que suelen poner en Navidad podrían iluminar el camino a casa. Es la estación más bonita del año (aun que ninguna supera al otoño, según Ariadna) pero ésta es una época del año tan bonita, tan llena de sonrisas que es imposible sentirse triste durante esta estación. Es la época del año en la que más sonrisas sinceras hay.

 Ariadna bailaba de camino a la estación. Le hubiera encantado coger un puñado de nieve y lanzarlo al aire, como solía hacer de pequeña. Pero se contuvo, debía contenerse. Bufandas, guantes y miles de camisetas polares rodeaban su cuerpo. No tenía ni una pizca de frío. Así que ella seguía bailando con música en sus oídos y los nervios a flor de piel. Era enero. Era el mes en el que Eric llegaba de Francia. Era el momento en el que por fin se perdería en esos ojos color miel y nunca encontraría la salida. Era el instante en el que se volvería a enamorar de él y no lo dejaría marchar nunca más.

 Su pelo pelirrojo cubierto por un manto de nieve habría enamorado a cualquiera. Pero su corazón latía única y exclusivamente para Eric. Sus pecas escondidas detrás de sus mejillas sonrosadas habrían hecho sonreír a cualquiera. Pero sólo Eric podía darle pequeños besitos en ellas. Su rostro irradiaba felicidad, su mirada transmitía nerviosismo pero su boca decía que no, que todo estaba bien. Y, ¿por qué no? Yo la creía pero en el fondo sabía que la posibilidad de que Eric la hubiera olvidado la comía por dentro.

 Y entre canción y canción llegó a la estación. Un escalofrío le recorrió la espalda y su corazón se aceleró, pero aún así, Ariadna, no perdió la sonrisa.

  Apareció de entre la multitud. Con su sonrisa medio torcida y esos ojos verdes que enamoran. Con su peculiar olor y su chaqueta negra abierta de par en par. Ariadna sonrió infinitamente, de esas sonrisas que se pueden coleccionar. No se necesitaban más pruebas para demostrar que su amor era algo único, mágico. Eric abrió los brazos, Ariadna se abalanzó sobre él y cayeron los dos juntos en la nieve. Pasó todo a cámara lenta, como en una película o como en un sueño: el de ellos dos.

-Veo que me has esperado, mi pequeña pelirroja.

-No te he tenido que esperar. Ha sido como si nunca te hubieras ido. Pero prométeme una cosa: nunca vuelvas a marcharte dejándome sola con este frío infernal.

-Te lo prometo –y se fundieron en un largo y cálido beso. De esos que sólo Ariadna sabe dar y de esos en los cuales Eric, sólo tiene una palabra para describirlos: mágicos. 


'And all I can taste is this moment,
and all I can breathe is your life.'

He vuelto. Y esta vez es para quedarme.
*Laura.