Y entonces John la miró y se preguntó si había
algo más frágil que su sonrisa. No, no
creo que lo haya. Se quedó largo
rato mirándola respirar suavemente a su lado. John la abrazó por detrás y
hundió su cabeza en su larga melena rubia. Adoraba como su pelo estaba siempre
(milagrosamente) liso, libre de enredos. Le acarició la cabeza y entonces
acercó su mano a su nariz para olerla. Odio
la vainilla pero adoro su olor. Lo sé, es muy raro dijo un día Lucía
riéndose.
John empezó a recordar la larga lista de
rarezas de Lucía pero también recordó la (aún más) larga lista de porque la
quería. De pronto, Lucía suspiró y sonrió al mismo tiempo. Estará soñando el mismo sueño de siempre se dijo John. Rosas lilas
por todas partes y de en medio de todas ellas aparecía John con una azul, destacando,
como siempre. Ese era el sueño que siempre, siempre tenía Lucía.
Y volvió a sonreír. Lucía rara vez sonreía.
John tenía comprobado que el 90% de sus sonrisas eran o gracias a él o hacia
él. Y eso lo hacía sonreír a él también. Las
sonrisas se gastan, John. Todos tenemos un número determinado de sonrisas en la
vida. Por ejemplo: si has tenido una muy buena adolescencia y no has parado de
sonreír, en tu vida adulta no lo harás más porque ya las habrás gastado todas.
O también puede ser al revés. Mi vida cambió al conocerte, John así que quiero
gastar todas mis sonrisas contigo. Esa fue la respuesta a la pregunta más
difícil que John le hizo a Lucía: ¿por
qué sonríes tan poco?
John se dio la vuelta y miró el
despertador. 08:13. Tres, dos, uno… Lucía
se despertó. Quiso decir algo; quizá buenos
días o tal vez ¿ya estás despierto? pero
John la calló con un dulce beso.
-Mírame –hizo una pausa para que
John la mirara a los ojos- estoy sonriendo todo el rato. Haces que sonría como
una tonta y eso está mal. Harás que se me gasten las sonrisas antes de tiempo.
Sonrió con una sonrisa que
parecía sincera. Y realmente lo era.
-Te prometo que jamás se te
gastarán las sonrisas. Siempre estaré ahí para hacerte cosquillas –le hizo
cosquillas- o para robarte un beso y seguidamente sonreír en tu boca –le robó
un beso y le sonrió en su boca–. Además, siempre te voy a querer sonrías o no.
Porque tu sonrisa es la más frágil y la más verdadera que he visto
nunca.
Gasta las sonrisas con
quien verdaderamente valga la pena gastarlas.
''Once upon a time there was a boy who loved a girl, and her laughter was a question he wanted to spend his whole life answering.''
*Laura.