Con el peor de los moños posibles
y la intriga en cada poro de su cuerpo, se apresuró en abrir la puerta. Eran
las 8 de la tarde pero sin embargo parecían las 6. El timbre interrumpió el
fortuito encuentro entre Adrian y Keira, los personajes más reales que ha leído
jamás. Lulú maldijo en voz baja a quien quisiera que fuera la persona que
estaba detrás de la puerta. ‘’¡Voy por la parte más interesante!’’ susurró
Lulú. Cogió aire y abrió la puerta. Ante ella estaba la última persona que
esperaba ver: Alan.
-¿Qu…qué haces aquí? –balbuceó
Lulú percatándose del horrible moño que tenía en la cabeza.
-He vendió para quedarme. ¿Estás
dispuesta a empezar de nuevo? –sus ojos suplicaron un sí.
-A ver, a ver, recapitulemos:
vienes a las 8 de la tarde, un martes, sin previo aviso, con una sonrisa
pintada en la cara esperando ¿el qué? ¿volver como antes? Perdona pero antes de
esto faltan palabras como perdón, lo siento, espero que estés mejor, etcétera,
etcétera ¿no crees?
-Tienes razón. Perdón, lo siento,
espero que estés mejor, etcétera, etcétera. ¿Me vas a dejar pasar o piensas
tenerme en tu puerta esperando a que te bese? Yo paso ¿eh? a menos que quieras
que te bese. Tú misma.
-Tú y tu gracioso humor. Pasa
anda –intentar no sonreír era imposible.
Lulú le invitó a sentarse en el
sofá rojo y, cómo no, Alan aceptó. Habían pasado la gran mayoría de las tardes
de invierno en ese sofá. Ahora hacía más de 15 meses desde aquellos días de
frío dónde salir a la calle era un suicidio.
-Y bueno ¿cómo has estado estos
15 meses y 18 días sin mí?
-Alan, no todo gira en torno a
ti.
-¿Seguro, pequeña? Eso no es lo
que he oído por ahí.
Vale, sí. Lulú lo había pasado
mal cuando este chico con la mejor sonrisa del mundo la dejó. Pero ya está, eso
pasó. Ahora no se centraba en nada más que en la universidad y en sus amigas,
claro.
-¿Por qué has vuelto, Alan? No lo
entiendo: te fuiste sabiendo que yo estaría ahí en cualquier momento y, justo
ahora, que sabes que ya no te echo de menos, vuelves.
-Me gustan los retos, pequeña,
siempre lo has sabido –y justo en ese momento Lulú se fijó en esos labios tan
carnosos que un día susurraron las palabras perfectas, las únicas que quería
oír: ‘’te quiero’’.
Y sin previo aviso, Alan le robó
un beso. De esos cortos, suaves y sinceros, sobretodo sinceros. Lulú se separó
a los 5 segundos pero, sí, quería más, no lo podía negar. Esta vez fue ella
quien se acercó a sus labios pero el susurro de sus palabras la paró:
-No sé si será verdad lo de que
no me has echado de menos. Lo único que sé es que yo sí y que me he equivocado –Lulú
se estremeció –lo sé, pequeña, lo sé. Se ha hecho tarde, me tengo que marchar. Tranquila,
yo te buscaré. No querrás, pero lo haré. Y sí, no pararé hasta volver a ver esa
sonrisa que tanto me enamora.
‘’Vuelves a mí porque el asesino
siempre vuelve al lugar del crimen.’’
*Laura.